martes, 3 de noviembre de 2009

Capítulo 4. Suerte de buenas noches.

Martín siempre tarda en arreglarse, tanto como una princesa rosada, la más presumida.

Un espectro de vaho se deslizó por la rendija y se encaramó en el techo cuando Víctor entreabrió la puerta. - ¿Qué te queda para oler a galán de noche?


Martín sacó la cabeza del torrente de agua para escuchar mejor. -¿Qué coño dices?


Víctor se adelantó un paso y mantuvo la mirada en el espejo empañado. Trataba de interceptar o aceptar su propia silueta. - Que tardas mucho, y aún ni has salido de la ducha, ¿qué te queda?

- No sé. Una media hora, quiero afeitarme también…

- Voy a subir entonces a ver al viejo un rato princesa. Vocéame por el patio cuando estés listo.

- Vale, pero podrías ducharte tú también mi príncipe.

- Ya lo haré cuando vuelva.

- Eso, a las tantas. Los de abajo te acabarán tomando cariño...

Tras escuchar el cierre de la puerta, Martín asomó la cabeza entre las cortinas y cerciorándose de que volvía a estar solo, volvió a situarse bajo la ducha. Cerró los ojos y buscándose entre las piernas reanimó su ego de nuevo. - “…Por dónde íbamos pequeñaja…”

Víctor subió las escaleras hasta llegar al piso de arriba. Antes de pulsar el timbre acercó el oído a la puerta. Reconoció el piano de Chopin en el tocadiscos. Desde el rellano se respiraba un mejunje calentado al horno. Pulsó el timbre al fin y una voz ahogada en la lejanía atravesó la sonata de Chopin.

-¡Pasa!, ¡Quité el pestillo!

Víctor entró sin cerrar la puerta y dio unos pasos por el recibidor hasta llegar al salón. Los olores a bálsamos de eucalipto, cremas de bebé y tabaco que siempre poblaban aquel pasillo habían sido sustituidos por una mezcolanza de cera quemada, perfume “muy varonil” y pollo asado.
Encontró a Vlad colocando dos platos vacíos sobre la mesa. Una vela se consumía en el centro y dos copas recién enjuagadas esperaban impacientes a la botella descorchada del extremo de la mesa. Repartidos estaban los demás platos, embutidos, langostinos, tiras de paté y pan.

Víctor no salía de su asombro -¿Cómo sabía que era yo?

-No lo sabía. Espero a alguien –Confesó Vlad sin levantar la vista de la mesa.

- Ya veo, este homenaje es digno de otra persona. ¿Y a quién espera?

Vlad preparaba los últimos retoques de la mesa deslizándose alrededor de ella al compás del piano.- A mi musa, no te vayas a poner celoso muchacho.

-¿A Felisa?

-Exacto.

- ¿Pero no venía solo por las mañanas?

- Ya, pero hoy es un caso único chaval. Esta noche covergen nuestros caminos. Está claro que somos dos entes inevitablemente determinados.

-De eso estoy seguro, no me cabe duda de que se trata de una casualidad.

- Muchacho, las trampas están perdonadas cuando se trata de azar. Te lo cuento pero no me jodas el romanticismo que esta noche se respira en mi humilde morada, como ves, solo me ha faltado colocar un lacito rojo en el cuello de cada ácaro. Esta tarde he llamado a los asistentes y les he dicho que estoy más torpe de lo normal. Me mandan a Felisa esta noche, así que una vez que llegue le digo que estoy mejor y ya aprovechamos la visita con una cenita.

- Si, y cuando encuentre todo este tinglado, las velitas, la vajilla de la mismísima zarina,… le va a creer, esté seguro.

Vlad contemplaba sonriente el diseño que había improvisado para su mesa sin escuchar a Víctor:- Mira, compré un poco de marisco, bueno..., es más bien para ella porque a mí una simple gamba me dinamitaría los tobillos .Pero ven, que esto no es todo...

Vlad abrió la puerta del baño, encendió la luz y se apartó lo justo para que Víctor admirase su interior desde la puerta. Otra vela más consumida reposaba sobre la coqueta del espejo junto a una rosa. Víctor llevó la vista al infinito: -No me lo diga. Van a darse un baño romántico en la bañera...

- No hijo no, recuerda mi espalda. Es que verás, he comprado una botellita de vino al de abajo, y a mí, incluso con 83 primaveras, un par de vasos de vino acompañados de buena comida no me hacen mucho daño. Otro gallo cantaría si me tomase las pastillas que me recetan. Pero a Felisa le voy a decir que me ha sentado un poco mal, y tendrá que acompañarme al baño...

Vlad quedó en silencio con las cejas arqueadas. Víctor quiso terminar la frase. - A vomitar...

Vlad cambió el gesto.- A mear coño…

Víctor frunció el ceño mirando el váter y luego dirigió la mirada a Vlad. Intentó sonsacarle otra pista en un lenguaje ocular. Vlad se impacientó. -¡joder, que tendrá que venir acompañarme a mear!

Víctor levantó los hombros y contestó con rapidez. - ¿Y qué?

- ¡Que me la sujetará para que orine!, ¿Tú tienes idea del tiempo que llevo esperando ese momento, ese contacto carnal?, ¿es que puedo aspirar a algo más?. ¿Qué mierda de imaginación conserváis los jóvenes de hoy en día?

La imaginación de Víctor presenció por un momento la escena. Observó de nuevo la vela y la rosa de la coqueta. La compasión ganó terreno a las nauseas. - ¿Y si tiene una erección y ella se da cuenta?,… ¿qué?

- Menos guasa chaval, el soldadito ya hace que desertó…

A sus espaldas escucharon la voz de Martín, el nombre de Víctor retumbaba en el patio de luces.

Vlad miró a Víctor con el ceño fruncido - ¿Qué has liado ahora chico?

- Nada, le dije que me llamase cuando se terminara de arreglar. Hoy salimos.

- ¿A tomar algo?

-Sí. En comuna. Cada viernes algunos nos solemos reunir algunos en casa de Allende, un compañero. Yo hace tiempo que falto a esa cita. Martín me animó.

-Ah, entonces no soy el único al que la noche le tiene preparada una sorpresa, ¿eh?

- Qué va. Nada fuera de lo común, Vlad.

-A mi no me engañas chico, hoy no te huele el aliento y, si me apuras, creo que hasta te has peinado las cejas.

-Te equivocas, ni pisé la ducha.

Vlad apagó la luz y cerró la puerta del baño. -Lo que tu digas, ya me contarás mañana que tal con la muchacha aquella de la que me hablaste... Ade..., Ave..., ¿Chave?

Víctor se encaminó hacia la puerta -Nada, nada Vlad. Por cierto, buena elección al sustituir Wagner por Chopin.

Vlad encorvó la espalda y con los dedos entrecruzados persiguió a Víctor con diminutas zancadas. ¿Con que lo escuchaste? – Vlad rió entre dientes. – Pues esto es solo el principio, luego volveré con él. A ésta cincuentona seguro que nunca la han llevado a la cama con Wagner.

Víctor se detuvo agarrando la puerta antes de salir -¿Y no sería mejor algo más apacible y menos bélico?

Vlad estiró de nuevo la espalda y arqueó la ceja izquierda – “La Paz en el Mundo, y la Guerra en la cama”... y que el napal rebose por los balcones chico...

- Si, a borbotones..., buena suerte.

Vlad se volvió de nuevo hacia el salón.-Igualmente chico, vuelva usted mañana…

Víctor cerró la puerta y descendió las escaleras hasta su rellano. Un fuerte golpe en el portal y un tintineo de llaves llamó su atención. Con el mentón hacia adelante miró hacia abajo hasta ver una mano escalar por la barandilla. Sonrió de nuevo y de puntillas caminó hacia atrás hasta cruzar su puerta. La empujó con las yemas de los dedos y cerró silenciosamente.
Se alejó todo lo que pudo de la terca mirilla.

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