viernes, 24 de abril de 2009

Capítulo 1. Los olores de la noche

Hoy el olor de las sábanas rescatan versiones que creí en el olvido. Mi cuello, mis manos sienten el cosquilleo cómplice de la franela. Se envuelven en su calor y mi cara se hunde ladeada en la almohada.
Vuelven a mí aquellas fragancias en las noches frías, aquel frescor quemante antes de alcanzar el sueño en noches de lluvia. Una noche de lluvia como la que ahora golpea el cristal de la ventana.
Me llaman, quieren que me levante, que encienda mi cigarro y mire a través de la ventana enredado en la nieblina desterrada del pulmón. Me llaman, siento sus gritos. Gritan mi nombre cada una de la estelas que dibujan las gotas que ruedan por los cristales. Grita la claridez que divide en dos mi habitación. Gritan las sombras del ramaje que se proyectan en el reflejo del cristal, mecidas por el aire me hablan de la noche que no alcanzo a ver, de la noche que el sueño me va a arrebatar. 1:48. Siento como mi cuerpo se entrega, no hay vuelta atrás. 1:49.

Todo lo indica, incluso el hilo ardiente de saliba justo en el desfiladero de mi boca, un hilo ardiente a punto de abrirse camino por una comisura helada y saltar a una piscina de franela aromatizada. Creo que de ahora en adelante lavaré más las sábanas. Es curioso como olvidamos los olores, los sabores y como éstos evocan recuerdos... no sabía que babease al dormir. 2:37.

El frío curte mi cara y una manta de franela me la abrasa. Asomo los ojos y el frío acaricia mi frente, me despido de él en una nueva inmersión a los infiernos más osuros de las sábanas. 2:50. Te siento y se que tú me sientes. Sabes que yo se que lo que sabes. Sabes de quien es el aliento que hoy calienta tu nuca. Y me sientes, muy pegado a ti, empotrado a tu espalda, contorneando tus nalgas. Deslizo mis manos por tus brazos hasta las tuyas, hasta enredar nuestros corazones, índices, anulares,... y se que ahí, allí donde estás me sientes y son mis dedos los que dibujan tu silueta en la franela, los que pellizcan la pelusa y crean una cordillera a lo largo de la sábana, un valle después... Y mi índice hunde la cordillera norte y luego la cordillera sur. Y el valle se vuelve llanura. Y mi mano abierta acaba devastando toda la flora y fauna allí viviente.

Me mira, una cara con faciones rojas me mira. Su mirada me es familiar, suelo cruzarme con ella algunas noches. Tuerzo el cuello hasta conseguir la perfección de esa cara con faciones rojas. Tiene corona roja, ojos rojos, bigote rojo y barba roja. 3:33.
Las partículas de un "no se qué son" centellean en el rincón más tenebroso. Aparecen y se esfuman, unas se me escapan, otras consigo que se queden. 4:24. Y así dibujo mi constelación, una sonrisa que me guste, la tuya. Tu cuerpo desnudo durante unos segundos y las partículas desparecen, se descolocan. Tu cuerpo se esfuma. 5:14.

No desesperes, llamará en pocos minutos y dirá que está de camino..., y ahí está, con un rostro y una voz distinta, pero se que es ella. Miramos el río donde se reflejan cielo y universo. Y cuando yo le regalo Orión ella me responde con Escorpio. Y reímos porque el sapo de la orilla no consigue entender el chiste y... martín nos llama, o al menos a mí, se acerca a nosotros...


-¡Vamos, no me jodas tío!, ¡así te vas a comer una mierda!. Tú sigue así chaval, ahora... yo ya me doy, paso de tí. Te avisé víctor..., Otra mañana perdida... ¡Abre esa ventana y que se ventile esta leonera!
14:12.